jueves, 15 de noviembre de 2007

En el camión

Ella era morena, de rasgos armoniosos y agradables, él un tipo muy mexicano. Jóvenes los dos, sin rebasar los veinte años. Ambos representaban un acabado ejemplo de la belleza mestiza del altiplano, de este Valle del Anáhuac.
Vestían discretamente, con limpieza, sin pretensiones. En todo caso, se notaba su origen humilde.
Así los vi, cuando subieron al mismo camión urbano –de los entonces llamados “delfines” – en el que me dirigía a casa. En la ruta que iba con rumbo a Coyoacán. Era una tarde soleada y clara.

Llamaron mi atención los suaves modales y la atención que él le prodigaba, así como la serena actitud de ella. Se veía que eran felices, pero de una manera diríamos tersa, sin aspavientos. Con la especial tranquilidad que da estar en el lugar que a uno le corresponde.

Tomaron asiento apenas a dos sitios de donde me encontraba.

Pasados algunos momentos, él le preguntó si estaba cansada. Ella dijo que un poco, pero que no tanto.
Él le dijo si quería que continuaran con lo de ayer. Ella aceptó.
De su mochila, él sacó un cuaderno y lo abrió.
Tomaron la lección en donde la habían interrumpido; él comenzó: c-a, "ca"; s-a, "sa"; ca-sa, "casa".
Le estaba enseñando a leer.
Ella emprendió su propia tarea: c-a, "ca"; s-a, "sa"; ca-sa, "casa".

Mientras ella se empeñaba en descifrar el significado de las letras, él la miraba con orgullo. Mientras él explicaba lo que habría de aprender, ella, de reojo, le veía amorosa.
Así continuó la lección.

Llegado a mi destino, les dejé cobijados por su propio mundo. Bajé del camión y emprendí la caminata rumbo a casa. Llevaba una sensación de bienestar.
Las minúsculas maravillas siempre son gigantescas.

2 comentarios:

Juan de Lobos dijo...

Mi estimado K, creo que el día de hoy me encuentro sumamente susceptible, pero esta pequeña anécdota me hizo sacar las de cocodrilo. Tienes razón.
Las minúsculas maravillas siempre son gigantescas.

Anónimo dijo...

Que recuerdo tan significativo sobre la importancia de las pequeñas cosas que nos ocurren en la vida y que nos enseñan tanto. Cómo puede alguien, a quien no conocemos, marcar nuestra vida y transformar nuestra forma de ver las cosas y de anhelar otras.
Saludos
Ross