Busco afanosamente algo sobre lo cual escribir. Me devano los sesos buscando el pretexto para poner algo sobre el papel en blanco. No lo consigo.
Busco atender la amable sugerencia acerca de hacer algún comentario referente a una película. No funciona. Necesitaría ver nuevamente la cinta para poder hacerlo y no he tenido tiempo; por otro lado, la primera en que pensé resulta que no está disponible en DVD. De modo que sigo buscando. Otra nota de presión en este punto es que la sugerencia ha provenido de alguien que es una notable conocedora de cine, empedernida asistente a las salas cinematográficas e incansable asistente a videoclubes, así que todavía está más complicado el asunto.
Tengo alguna narración, pero todavía no está lo suficientemente pulida como para publicarla y otra candidata resulta ser un texto demasiado largo.
De manera tal que heme aquí escribiendo excusas acerca de porqué no escribo, lo cual me parece muy bien, ya que al hacerlo me viene a la mente una anécdota referente a los extraños contrasentidos y, curiosamente, vinculada al cine.
El actor y humorista Groucho Marx solicitó inscribirse a un muy exclusivo club –creo que en Nueva York–. Su solicitud fue estudiada y le fue enviada la respuesta: Había sido aceptado en ese refugio de la crema y nata de la sociedad.
Tras recibirla, el ocurrente Groucho envió inmediatamente su opinión al respecto:
Declinaba pertenecer al club, para ello esgrimía una poderosa razón: No concebía asistir a un sitio en el que aceptaban a personas como él.
¡Qué tipo!
PS: Prometo esmerarme.
1 comentario:
Muy bien K, excelente recurso. Adem�s te esmeras y el resultado es un maravilloso texto de nada.
Recibe un afectuoso abrazo y hartos aullidos.
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