La catedral metropolitana está cerrada. La última vez que esto ocurrió fue en 1924, en vísperas del conflicto religioso. Y no fue como consecuencia de actos de violencia, sino por que el gobierno ordenó hacer un inventario.
El domingo pasado, durante un acto político, las campanas repicaron entre nueve y doce minutos –según los asistentes al mitin– impidiendo que la oradora pudiera realizar su discurso. Esto fue tomado como una provocación.
Un grupo decidió “empatar” las cosas y arremetió contra la recinto religioso, interrumpiendo la celebración litúrgica y causando daños al mobiliario del lugar.
La jerarquía católica decidió cerrar el templo.
Reprobable lo acontecido.
Si, como se afirma, las campanas repicaron un tiempo inusualmente largo, con el fin de molestar a los congregados en la explanada del zócalo, parecería un acto de provocación innecesario.
La respuesta de quienes interrumpieron la celebración, fue desmedida e irreflexiva.
La decisión de cerrar la catedral unilateralmente tampoco parece una medida conciliatoria, sino de presión.
Lo acontecido es una llamada de atención que es necesario tomar en cuenta.
De no encontrarse la forma de encausarla y desactivarla, esta situación tiene el potencial necesario para convertirse en un enfrentamiento violento, muy difícil de controlar. No se puede jugar ni con las carencias ni con la creencias de la gente.
En épocas de tensiones sociales, en alguien deben caber la prudencia, la mesura y el buen juicio, para dar espacio a la tolerancia, el entendimiento y el respeto. Es indispensable el irrestricto respeto entre los ámbitos políticos y religiosos, por todos. Mezclarlos es crear material explosivo, la historia está llena de ejemplos.
¿Cuál de ambas partes estará a la altura del reto?
¿La que representa a una buena parte del pueblo mexicano (y que tienen entre sus seguidores a una gran cantidad de católicos, seguramente) o la que lo guía espiritualmente en un gran porcentaje (y que tienen dentro de su feligresía diversidad de pensamientos políticos, seguramente)?
Por el bien de todos, espero que ambas.
1 comentario:
Lamentables los hechos, sin lugar a dudas, la grey católica y los partidarios pejistas, tendrán que sentarse a dialogar. En lo personal, ni la Iglesia ni la Política se deben mezclar jamás.
Atte. El Ateo Izquierdo.
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