lunes, 4 de mayo de 2009

Influenza

Tal parece que el lamentable brote de influenza en nuestro país es un hecho surrealista en un país del que se ha dicho que es precisamente eso.

Se oyen voces gritando que todo no es sino un compló orquestado por esa invisible y omnipresente camarilla que se ocupa de desestabilizar al mundo y que, entre otras cosas, ha producido al chupacabras, el rescate bancario, la aparición de la mafia, el tsunami en Indonesia y los malos torneos del América.
También nos quejamos de la pésima actuación de las autoridades en este caso, de nada sirve que entre los especialistas y organismos internacionales se haya calificado como ejemplares las acciones tomadas desde que se detectó el virus.
Desde la óptica de algunos, si algo malo pasa es por culpa de alguien, y por ello ese alguien, quien quiera que sea, debe ser castigado. En ese mismo espíritu, si quien hizo algo bueno, no es de su agrado, automáticamente lo que se haya hecho está mal hecho.

Dan fiaca. Mejor dejemos a ese sector

Llama la atención la medida solicitada de "no saludar de beso ni de mano" digo, lo comprendo y apoyo la medida, pero como que ha causado un cierto vacío emocional, una deficiencia en nuestra dieta de afecto diario. Se ven caras tristes, la de aquel oficinista cuya única motivación para ir a chambear es que Lichita, la recepcionista, le de su "abacho y becho" cuando llega; o la lánguida pose de Mariquita que no ha podido sentarse a comer y hechar chisme con sus comadres de todos los días, o "El Panzón Barrios" que lleva ya más de una semana sin que nadie se le acerque para darle un tronado choque de manos y su sobadita de la suerte en la rotunda barriga; Palacios, ya sin poder ir al Gym; Ausencio, que ya no puede echarse sus luchitas en el almacén; hasta el estirado del licenciado ese que no sabe dónde poner las manos cuando le presentan a alguien; nosotros mismos, dando y pidiendo caras y manos asépticas en casa para saludarnos.

Todo lo entiendo, es temporal, pero como que un pedacito de encanto se nos ha perdido.

Por otro lado: no vayan a lugares concurridos, de acuerdo; cerrados restaurantes y bares, de acuerdo; no hay fútbol, de acuerdo. Todos enclaustrados.

-Oye Juan ¿qué hiciste el fin de semana?
-Pues con eso de que no hay a donde ir, nos fuimos al súper a hacer las compras, luego a buscar unos tornillos para arreglar el clóset que ya lleva dos años con el alambrito, ahí nos tardamos un buen y como ya era tarde pues que nos vamos a casa de mi prima Claudia, que nos invitó a todos. Como no hay a donde ir, no hombre, que nos juntamos más de 20, lo bueno fue que cada quien llevó algo. Ya en la noche nos fuimos a la casa a ver una película.
Al día siguiente, quedamos de vernos en la casa para comer y echarnos un dominó con mis dos hermanos y sus hijos. Así que nos fuimos al mercado temprano. Ahí desayunamos y compramos las carnitas. Ya llegaron todos como a las tres y se fueron como hasta a las nueve y media. Ni tiempo de arreglar el clóset, ¿tu crees?
-Ah, pues te la pasaste en bien, no?
-Pues dos-tres, algo aburridos, como no había nada abierto... ya no hicimos nada.
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