martes, 26 de febrero de 2008

Del tránsito cotidiano

Circulaba yo por las calles de la colonia Del Valle de este Valle del Anáhuac.
Al llegar a una esquina, noté que si intentaba atravesarla estorbaría la circulación, de modo que muy civilizadamente cedí el paso a quienes venían por la perpendicular. Al sujeto que se encontraba atrás de mí, esto no le pareció correcto o citadinamente aceptable.
Tocó desaforadamente su claxon, encendió y apagó sus luces al ritmo frenético de su hiper excitado estado de ánimo y realizó todo tipo de contorsiones, caras y gestos para “obligarme” a embestir a quienes osaban interponerse en su camino. No lo pelé.

Al disminuir el flujo de vehículos, comenzamos a avanzar, pero el especímen, a punto de sufrir una apoplejía, me rebasó por la derecha y se colocó frente a mi auto. Acto seguido se quedó parado antes de cruzar por completo la calle, para que entonces yo estorbara forzadamente.

Me ganó la carcajada.

El irascible conductor era un repartidor a bordo de una destartalada motocicleta. De la parte trasera de su casco, asomaba la visera de una gorra, en ella estaba escrita la frase “Mad dog”.
Huelgan más comentarios.

sábado, 16 de febrero de 2008

Eso que llaman amor





No podía dejar pasar el pretexto de San Valentín.

AMAR. del latín amare ‘amar’, probablemente de una palabra infantil amma ‘madre’.

AMOR. (Del lat. amor-oris) m. Sentimiento intenso del ser humano que, partiendo de su propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro y unión con otro ser. // 2. Sentimiento hacia otra persona que naturalmente nos atrae y que, procurando reciprocidad en el deseo de unión, nos completa, alegra y da energía para convivir, comunicarnos y crear. // 3. Sentimiento de afecto, inclinación y entrega a alguien o algo. // 4. Tendencia a la unión sexual. // 5. Blandura, suavidad. Cuidar el jardín con amor. // 6. Persona amada. // 7. Esmero con que se trabaja una obra deleitándose en ella. // 8. p.us. Apetito sexual de los animales. // 9. ant. Voluntad, consentimiento. // 10. ant. Convenio o ajuste. // 11. pl. Relaciones amorosas. // 12. Objeto de cariño especial a alguien. // 13. Expresiones de amor, caricias, requiebros. // 14. cadillo (planta umbelífera).

AMOR. El amor, según Hesíodo, era el más bello de los inmortales. Su personificación no aparece, sin embargo en los poemas homéricos. Más tarde, los griegos hicieron distinción entre Hímeros (el Deseo) y Eros (el amor propiamente tal). // Plásticamente, se le representa como un niño con alas, un carcaj con flechas y, a menudo, una venda sobre los ojos. // La fábula de Amor y Psiquis es uno de los más legendarios y atrayentes mitos de la antigüedad clásica, que ha influido en la literatura y en la música. // En el simbolismo universal, el corazón, la rosa y la flor de loto son los atributos plásticos del Amor. // El Amor Divino se representa por un corazón en llamas o atravesado por una saeta que, a su vez, es el símbolo de oración; el amor a Dios está simbolizado por la alondra, y el amor puro, por una rosa blanca.

AMOR. Empédocles fue el primer filósofo que utilizó la idea del amor en sentido cósmico-metafísico, al considerar al amor y a la lucha como principios de unión y separación respectivamente de los elementos que constituyen el universo. Pero la noción de amor adquirió una significación a la vez central y compleja solamente en Platón. Muchas son las referencias al amor, las descripciones y las clasificaciones del amor que hallamos en Platón. Se lo compara con una forma de caza (El sofista); es como una locura (Fedro); un dios poderoso. Puede haber tres clases de amor: el del cuerpo, el del alma y una mezcla de ambos (Leyes). En general, el amor puede ser malo o ilegítimo y bueno o legítimo; el amor malo no es propiamente el amor del cuerpo por el cuerpo, sino aquél que no está iluminado por el amor del alma y no tiene en cuenta la irradiación sobre el cuerpo que producen las ideas. [...]

AMOR:

Algo que se ha convertido en una palabra de cuatro letras para un crucigrama.
Fritz Lang

Una trampa que nos ha puesto la naturaleza para lograr la preservación de la especie.
Somerset Maugham

Locura temporal que desaparece con el matrimonio.
Ambrose Bierce

Una afección mental que nos hace percibir a una mujer como diferente a todas las demás.
H.L. Mencken

Como el sarampión; muy grave si se presenta en la madurez.
Douglas Jerrold

La sabiduría del tonto, y la tontería del sabio.
H.L. Mencken

O lo que es lo mismo: pásele a lo barrido y escoja la definición que más le guste, acomode o menos le desagrade; después de todo, nadie sabe qué es esa extraña afección que lo mismo alegra que lacera el corazón.


Fuentes:
GÓMEZ DE SILVA, Guido: Breve Diccionario Etimológico de la Lengua Española, El Colegio de México / Fondo de Cultura Económica.
REAL ACADEMIA ESPAÑOLA: Diccionario de la Lengua Española, vigésima segunda edición, Espasa.
PÉREZ-RIOJA, J.A.: Diccionario de Símbolos y Mitos, Tecnos.
FERRATER MORA, José: Diccionario de Filosofía Abreviado, Editorial Hermes.
DILLON-MALONE, Autrey: El Diccionario de los Cínicos, Grupo Editorial Tomo.


La imagen que ilustra el presente, es un grabadito en linóleo de mi autoría. ¡Ajúa!

viernes, 8 de febrero de 2008

La tarea

No puedo sino reconocer mi ignorancia en materia de pedagogía.
Lo anterior es una declaratoria necesaria para entender desde dónde me atrevo a opinar o, si se quiere, explicará a la luz del entendimiento de quienes conocen la materia, mi falta de pudor para exponer el tema.

En fin, el asunto es que no entiendo para qué sirven las tareas escolares, especialmente durante la primaria.

Los padres mandamos a nuestros hijos a un lugar especializado en proporcionar la formación académica necesaria para insertar a los niños en la sociedad de forma productiva.
En ese sitio, se encuentran profesionales de la educación concentrados en hallar y aplicar las metodologías y recursos didácticos para que los pequeños reciban y aprovechen al máximo la información que se les ofrece.
Entre seis y ocho horas, cinco días a la semana, estos profesionales disponen de los cerebros y neuronas de los pequeños para enseñarles aquello que ha sido marcado en un programa educativo elaborado por expertos en estos menesteres, de acuerdo con el grado que se curse y a las habilidades, destrezas y condiciones de madurez requeridos en cada edad.
Muchos de los niños, no todos desafortunadamente, llegan a la escuela frescos, descansados y en condiciones propicias para recibir la información.

De modo que en la escuela se cuenta con la condiciones más apropiadas para poder trabajar con los infantes y que éstos aprendan adecuadamente.

Así las cosas.

Por la tarde, el niño está harto de lo visto en clase y en casa tiene todo género de distractores; la madre o el padre, regularmente no están capacitados para impartir la clase y en muchos casos vienen de lidiar con sus propios problemas del trabajo. Y en lugar de platicar con los niños comienza la sesión de preguntas y respuestas, de amenazas o reproches, de comenzar a identificar el saber con el sufrir y el aprender con pasar un mal rato.

En esas condiciones, inicia la lucha grecomarrana para intentar explicar al vástago que: “la expresión numérica de una fracción se representa como el cociente del triunvirato que provocó la decadencia del imperio romano durante la glaciación de la última fanerógama asociada a la hipotenusa caústica provocada por el sonoro rugir del cañón”. No manchen.

Como padre, pido paz. Denme chance de llegar a casa sin broncas.

Yo no sé, pero como adultos sabemos que es necesario llevarse el trabajo a casa, algo no está resultando bien. Y ¿no resulta un contrasentido que de niños nos enseñen que es necesario llevarse trabajo a casa?

Reitero mi desconocimiento del asunto, pero de plano yo sí que me pronuncio por que a los niños los dejemos jugar más por la tarde, que vayan a hacer deporte, o a aprender música u otro idioma, que sepan cómo construir una casa para iniciar el club de Tobi, cómo se cura un raspón de rodillas, se toma de la misma botella de refresco, se consiguen frutas gratis, por dónde pasan l@s chic@s más guap@s, o cómo se puede vagar relajadamente.

Que hagan todas esas cosas que una vez adultos, recordamos siempre.

viernes, 1 de febrero de 2008

Bisiesto

Este 2008, es bisiesto. Como sabemos, esto significa que aquellos ingenuos que prestaron dinero para cobrarlo el 29 de febrero, por fin podrán hacer efectivo el pagaré.

La palabra tiene un curioso significado, pues literalmente quiere decir “dos veces sexto”.

Remontémonos en la historia:
Los antiguos latinos decían “bisextus”, que era el día que se añadía cada cuatro años al sexto día antes del principio de marzo, en el calendario juliano. O sea, entre el 23 y 24 de febrero, en ese entonces.
El primer día del mes o de la luna nueva era llamado por los romanos “calenda” y partir de esta fecha se contaban hacia atrás los días hasta la luna llena, conocidos como los “idus”.

La palabra “calenda” proviene del antiguo indoeuropeo “kal-and”= ‘grito’, parece que esto tiene su origen en la costumbre de anunciar públicamente (y supongo que a todo pulmón) los días en que iban a caer las nonas y los idus del mes. Es el origen de la moderna “calendario”.

A propósito de los idus, habrá de recordar que al célebre emperador romano Julio César, un vidente le advirtió: “Cuídate de los idus de marzo”. Si bien no olvidó la frase, tampoco le quitó el sueño. Pasaron los días y estando ya en los primeros días del mes, el emperador se dirigió al Senado. En el camino se encontró con el adivino y le dijo: “Los idus ya están aquí” -como haciendo patente que la advertencia había sido en vano-, a lo que el vidente sólo respondió: “Pero no se han ido”. Ese mismo día Julio César fue asesinado.

En honor a César, fue llamado con su nombre un mes del año: Julio.
El sucesor de César fue Augusto, quien no quiso ser menos que su antecesor, de modo que también hizo que un mes fuera nombrado como él. Así apareció agosto y el desorden en la nomenclatura de los meses del año (septiembre, pues era el séptimo, ahora fue el noveno; octubre, antes el octavo, ahora décimo; noviembre, antes el noveno, ahora décimo primero y diciembre, antes el décimo, ahora, décimo segundo)

Sin embargo, el mes asignado a Augusto tenía menos días que el de Julio, y ya entrados en la megalomanía galopante y para que el emperador no fuera a ofenderse, la solución fue quitarle días a algún mesesito que estuviera distraído. La víctima fue febrero, que así quedó con nada más que 28 días. De nada valió que su nombre proviniera de “februare” (purificar).

Como premio de consolación, febrero conservó el privilegio de agenciarse un día extra cada cuatro años, cuando es bisiesto. Bueno, algo es algo.