lunes, 9 de mayo de 2011

Marcha por la Paz

Asistí a la Marcha por la Paz.

No quiero entrar al debate acerca de si las propuestas presentadas son o no una solución a los problemas que enfrentamos. No lo sé. De lo que puedo dar testimonio es de haber sido testigo de una marcha que movió corazones. No todos, lo sé. Hay a quienes no les importa. Hay quienes se sumaron al contingente por oportunismo, por intentar sacar tajada para sus intereses o por ir a echar relajo. Allá ellos que, afortunadamente, fueron los menos.
Ver a Javier Sicilia a la vanguardia, en medio de tanta gente y verlo tan solo, tan todavía dolido, era un algo que se percibía para muchos de quienes le mirábamos. Muchos aplaudían, muchos sonreían, y no pocos tenían los ojos humedecidos.
Imaginar el dolor de un padre al perder al hijo es algo que ni siquiera me atrevería a comenzar a hacer. Soy padre y bien sé que es algo a lo que jamás y por ningún motivo podría enfrentarme.
Hubo un momento en la marcha, cuando cruzamos el Viaducto yendo sobre el Eje Central, en que el contingente se detenía y lanzaba gritos y aplaudia. Al llegar yo mismo al punto comprendí la razón. Viendo hacia el sur, se veía un larguísimo río humano y al ver al norte su torrente continuaba. Me conmovió. Nunca como en ese momento he sentido la legítima alegría de participar en un acto ciudadano, puramente ciudadano. Nos dimos todos un fuerte aplauso mientras en los rostros de todos se dibujaban sonrisas.
A mi lado, una señora ya entrada en años lo definió perfecto. Al ver ella misma esa gigantesca carvana unida sin necesidad de acarreos ni demagogias, con una cara brillante, exclamó: ¡Qué chingón!
Estamos hasta la madre, es cierto. No queremos más sangre, por ello una marcha por la paz, no un llamado a la violencia. Un ¡ya basta! No para rendirnos, sino para bien hacer lo que es debido.
Si de los más de ochenta mil que fuimos a la marcha, algunos pudimos comprenderlo, creo que hoy nuestra nación es un poco mejor.

2 comentarios:

Juan de Lobos dijo...

Un abrazo y mi más sincero reconocimiento, no acudí, no quise ser parte de un sueño próximo a politizarse, aunque el reclamo aún es legítimo. Es triste qué el dolor de un padre mexicano sólo haya reunido a 80000, debemos qué hacer algo con los 90002000 mexicanos restantes incluyendome. Un abrazo K.

Felipe Díaz dijo...

No cabe duda de que la creación "gime a una" y está ya madura para la cosecha, tanto el trigo como la cizaña... Esta nación, como todas las que están a punto de vivir la "gran tribulación", tienen puesta su esperanza en sus propias fuerzas y se encuentran totalmente vulnerables ante la imcomprensión e ignorancia de la mente humana, la cual fué engañada con la promesa de "ser como Dios" y continúa indigesta con "el fruto del árbol del conocimiento". Aquellos que "siendo como niños", pueden creer que "Jesús fue levantado de los muertos", no pierdan la oportunidad de declarar ante el Padre Celestial, que reciben a Jesucristo en su corazón como su único y suficiente salvador personal, pidiendo perdón por las ofensas a la santidad del Padre. Quienes no participen de este poder de "creer en lo que no ven", llamado fe, continúen en obras infructuosas y no pierdan su capacidad de asombro para cuando llegue el evento de la Parusía, y puedan clamar a los "montes para que los oculten de la presencia del Ungido" ya que "todo ojo le verá". No se equivoquen confundiendo esta actitud con "fanatismo religioso", término que se refiere más bien a la adoración de imágenes o tótems, como forma de magia animista primitiva, sino que la mente humana por sí misma no puede discernir los asuntos espirituales y por ello los desestima y es víctima de "todo argumento que se levanta en contra del conocimiento de Dios". Incluso le está vedado discenir correctamente la "palabra de Dios" aunque, incluso las pruebas científicas demuestran que el hombre no pudo por sí mismo haber escrito a lo largo de casi cincomil años, versículo tras versículo de la Biblia sin intervención divina (chéquense esto ya para concluir y gracias por su tiempo: http://buenasiembra.com.ar/esoterismo/profecias/el-codigo-secreto-de-la-biblia-699.html)