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En 1969, durante un simposio efectuado en Estocolmo con motivo de los premios Nobel, el filósofo Arthur Koestler (1905-1983) dictó una conferencia.
El material de ella, así como posteriores añadidos dieron por resultado el capítulo que inaugura la cuarta parte de su libro “En busca de lo absoluto”, el cual es considerado, conjuntamente con su antecesor “En busca de la utopía” como el testamento intelectual de este pensador húngaro de nacimiento, judío por origen y nacionalizado inglés, quien fue historiador, activista, ensayista y novelista -además de filósofo-.
Regresando al libro, dicha cuarta parte es titulada “La pulsión autodestructiva” y en el inicio del capítulo 17, dice:
“Si me pidieran que nombrase la fecha más importante de la raza humana, contestaría sin vacilar: el seis de agosto de 1945. La razón es muy simple. Desde la aurora de la conciencia hasta el 6 de agosto de 1945, el hombre tenía que vivir con la perspectiva de su muerte como individuo; desde ese día, en que la primera bomba atómica eclipsó el sol sobre Hiroshima, la humanidad en conjunto ha tenido que vivir con la perspectiva de su extinción en cuanto a especie.
Nos han enseñado a aceptar la transitoriedad de la existencia personal, pero damos por sentada la inmortalidad potencial de la raza humana. Esta creencia ha perdido validez. Tenemos que revisar nuestros axiomas.”
Por diferentes motivos, pero parece que esta perspectiva desde entonces ha perseguido nuestra especie. Lo nuclear, las epidemias, el calentamiento global.
Hay quien lo sabe y lo vive, hay quien lo ignora y sobrevive, hay quien lo sabe y le vale, habrá quien lo ignore y lo pague.
Pero sin importar qué, quienes amamos la vida y la conciencia de la misma, apostamos a pensar que este zoo humano seguirá, a pesar de sí mismo; aunque bien podríamos darnos una ayudadita, dejando de cometer tanta tontería.
1 comentario:
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Hola Enrique.
A mi no me vale. Por desgracia muchos podemos hacer labor, pero con un loco con poder que apachurre un botòn...se jodiò el asunto.
Un abrazo y agradezco tu visita.
Mafalda
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