Tras la noche, el día.
Luego de la tempestad viene la calma,
En fin, los lugares comunes para hacernos creer y a veces hasta creernos a nosotros mismos que pronto ha de pasar aquello que nos acongoja, que nos preocupa, que nos complica la existencia.
En mi caso, no es que ya se haya levantado portentoso y fulgurante el astro rey a iluminar mi día y entibiar mi cuerpo con sus amigables rayos.
Nel, todavía no es así.
Pero estoy mejor, mucho mejor. Con más fuerza de la que esperaba, con más entereza de la que suponía. Tomando vuelo para nuevas alturas, con vista más clara. Valga lo dicho para el sentido y sus alcances.
No leo el futuro, pero voy a consolidar uno.
Por acá y allá nos vemos.