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Primero, un inclemente ciclón azotó furiosamente al sufrido pueblo de Myanmar, el cual se vio severamente afectado. Se cuentan por decenas de miles a los muertos. Por si esto fuera poco, el increíblemente cruel e idiota régimen militar que gobierna el país, ha impedido el libre tránsito de la ayuda internacional, tan urgente y necesaria en estos momentos para los cientos de miles de damnificados.
Por otro lado, un terremoto sacudió duramente a China, que se prepara con todo para ser anfitriona de la fiesta deportiva más grande del planeta, mientras su gobierno no tiene empacho en reprimir con toletes y balas a quienes buscan la apertura democrática dentro de su territorio o un respiro a la ininterrumpida violencia en tierras tibetanas.
El fenómeno natural en China ha dejado, también, miles de muertos.
Las labores de rescate en ambas naciones se llevan a cabo en el marco del dolor humano, las lágrimas de los deudos, la valentía de quienes arriesgan la vida misma por los demás y la solidaridad, esa bendita solidaridad, que mueve a los seres humanos, más allá de colores, ideologías, religiones.
Vayan mis condolencias a quienes padecen hoy las desgracias ocasionadas por la naturaleza.
Vaya también mi perenne condena y repugnancia para quienes, aun ante la tragedia, son incapaces de la más elemental decencia en las labores de gobierno.
1 comentario:
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Hola.
La naturaleza y su constante convulsión. El hombre y su continua necedad.
Cuando miro escenas de derrumbes y llanto, irremediablemente recuerdo nuestro drama, nuestra experiencia; revivo el vacío abdominal que estuvo presente por semanas en mí.
La suerte no existe, es el pretexto de los indecisos, de los cortos de ideas, de los mediocres.
Un saludo para ti Enrique.
Mafalda
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