sábado, 3 de diciembre de 2011

Música


Como hace mucho tiempo no lo hacía, me puse a escuchar música. Pero en serio. Dediqué unas cuatro horas de cuidadosa y completa atención a ello.

De noche, en la obscuridad, sin distractores de ninguna especie.

Este ejercicio tiene el curioso efecto de provocarme, después de algunos minutos, algunas imágenes e ideas, o si se quiere algunas ideas en imágenes que luego tengo que convertir en palabras.

Sé que pueden parecer raras, algunos ejemplos:

El segundo movimiento del Invierno de Vivaldi debe ser escuchado en tonos marrones y gris, en una ciudad que se mira desde arriba, mientras que el segundo movimiento del Verano, se pasea por la parte baja de un muelle entre llovizna ligera.
Júpiter, de Gustav Holst, no debe escucharse en un cine, pues no cabe en la pantalla.
La voz de Stevie Nicks, está hecha del tronco húmedo de un roble irlandés.
While my guitar gently weeps, de George Harrison, nace gracias a una ola que rompe y se convierte en aire, lo que le permitió flotar y expandirse.
Long cool woman in a black dress, salió de cristal líquido que se hizo rítmico.
Au lait, de Pat Matheny, es una conversación en una calle mojada, vista en primera persona, sin interlocutor visible.

En general, la sesión estuvo matizada en verdes, con un tejido calado flotante e irisado en tonos púrpuras. Muy agradable.

A mí que no me cuenten, se me hace que mi señora Madre tomó algo raro en el embarazo...
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jueves, 19 de mayo de 2011

Apócrifo ortográfico



La última coma que usé se remonta a 1983. Ese año decidí deshacerme de ese diablo en forma de signo ortográfico. No lo tolero. Su forma de punto mal hecho o borroneado me produce una repugnancia atroz.

"Es para manifestar una idea dentro de otra". Al cuerno son ello. Una idea no puede estar dentro de otra. No son matroshkas. Se dice lo que se ha de decir y ya está. Nada de recaditos cursis en la frase. Pura y llana la oración.

Su mismo nombre: "coma". Qué carajos es eso. ¿Un equívoco gastrortográfico?

Lo sé. Han de decirme que cambia por completo el sentido de una oración. Que hay muchos ejemplos. Todo lo he oído. Los casos los conozco. Por no usarla los omito. No me importa. El comunicado debe ser leído por quien lo entiende.

Hasta la saciedad la he visto. No hay engendro de escritor que no la adore. Es una epidemia.

¡Cómo me como las comas! Adoro masticarlas. Me gusta molerlas con las muelas y escupirlas bien ensalivadas.
Ahí tienen sus comas.

No las uso. Me he cerrado las puertas del mundo literario. No lo lamento.

Antes muerto que dar paso nuevamente a ese animalillo en mis escritos.

Escribiré solo. Me leeré solo. Nada más que la perfecta redondez de mis puntos. No hay sitio para ese adefesio.

Mi psiquiatra dice que no es normal esto. Él no sabe nada. Se afana en la mente ajena. Mi cerebro y yo no tenemos nada que explicarle.

Vivo feliz. No tengo ataduras. Las pastillas las sustituyeron.

Sólo yo y mis letras. Sueño con estar sólo con mis puntos.

lunes, 9 de mayo de 2011

Marcha por la Paz

Asistí a la Marcha por la Paz.

No quiero entrar al debate acerca de si las propuestas presentadas son o no una solución a los problemas que enfrentamos. No lo sé. De lo que puedo dar testimonio es de haber sido testigo de una marcha que movió corazones. No todos, lo sé. Hay a quienes no les importa. Hay quienes se sumaron al contingente por oportunismo, por intentar sacar tajada para sus intereses o por ir a echar relajo. Allá ellos que, afortunadamente, fueron los menos.
Ver a Javier Sicilia a la vanguardia, en medio de tanta gente y verlo tan solo, tan todavía dolido, era un algo que se percibía para muchos de quienes le mirábamos. Muchos aplaudían, muchos sonreían, y no pocos tenían los ojos humedecidos.
Imaginar el dolor de un padre al perder al hijo es algo que ni siquiera me atrevería a comenzar a hacer. Soy padre y bien sé que es algo a lo que jamás y por ningún motivo podría enfrentarme.
Hubo un momento en la marcha, cuando cruzamos el Viaducto yendo sobre el Eje Central, en que el contingente se detenía y lanzaba gritos y aplaudia. Al llegar yo mismo al punto comprendí la razón. Viendo hacia el sur, se veía un larguísimo río humano y al ver al norte su torrente continuaba. Me conmovió. Nunca como en ese momento he sentido la legítima alegría de participar en un acto ciudadano, puramente ciudadano. Nos dimos todos un fuerte aplauso mientras en los rostros de todos se dibujaban sonrisas.
A mi lado, una señora ya entrada en años lo definió perfecto. Al ver ella misma esa gigantesca carvana unida sin necesidad de acarreos ni demagogias, con una cara brillante, exclamó: ¡Qué chingón!
Estamos hasta la madre, es cierto. No queremos más sangre, por ello una marcha por la paz, no un llamado a la violencia. Un ¡ya basta! No para rendirnos, sino para bien hacer lo que es debido.
Si de los más de ochenta mil que fuimos a la marcha, algunos pudimos comprenderlo, creo que hoy nuestra nación es un poco mejor.

domingo, 6 de febrero de 2011

Estancia

Y qué si no fuiste, es que acaso ¿por eso no estuve? No sé si por estar estuve, pues es la tuya es la única constancia que a mí importa y que es capaz o no de dar fe de mi ser sensible en ese instante. Acaso por estar estuve o no, pues no estabas. Hay veces que en mi alocada percepción sólo tu presencia esquiva hacer valer mi ser y mi estar valida. No lo sé.

Sólo quisiera que dieras constancia de mi fugaz presencia. De mi, tal vez, necia insistencia en que tú al estar concedas validación constante, firme, corroborable. Que aun sin quien diga que en algo importo, existo y soy presencia.

Tal vez en el recuerdo, tal vez en inconsciencia, pero espacio al fin, verificable no necesariamente desde la materia sino únicamente desde el recuerdo, que aunque siendo etéreo, a mi ser puede dar sustancia y corroborar mi existencia.

No me olvides.

lunes, 11 de octubre de 2010

Apócrifo etimológico

Perpilpek es la palabra clave con que está construida la extraordinaria “De Velum incognitus” obra considerada como guía sin par en la interpretación de los sueños.

Conocida por apenas unos cuantos, fue celosamente guardada de los ojos profanos.

Durante siglos, nada más que una centena de privilegiados pudieron posar la mirada sobre ella y sólo trece, sí trece y ni uno más pudieron estudiarla a placer. Soy el último de ellos.

A mis manos llegó por una serie de casualidades, o causalidades dirían tal vez mis amigos. No lo sé de cierto y tampoco me quita el sueño.

El caso es que desde 1532, gracias a la paciencia y sapiencia de Robert de Mors fue posible establecer que la totalidad de sus 717 endecasílabos estaban cuidadosamente distribuidos alrededor de la extraña palabra. Su labor estuvo cerca de llegar a buen puerto, sin embargo su infatigable manía de exagerar, si bien lo convirtió en uno de los más celebrados contertulios de su tiempo, en este caso lo llevó a errar en la extensión del término “pinus”.

Perpilpek. Una y otra vez: Perpilpek . Llegados al punto de la interpretación total del sentido de la obra, la pieza faltante, el eslabón que impidió siempre el cierre de la cadena fue Perpilpek.

Leblanc propuso que Perpilpek era nada más que un faltante puesto a propósito para que la obra adquiriera sentido en función de la psique del lector. Siendo lo brillante que es la propuesta, no resultó de todo convincente, especialmente cuando se comprobó que hacia el párrafo 611 la falta de sentido de la palabra hacía imposible la lectura coherente con los endecasílabos 615 y 616.

Ya en el siglo veinte, se dice que el mismo Freud pudo leer la obra y que gracias a él fue posible entender la relación entre el concepto ‘somnus’ y ‘suctio’ en 313 y 430 de donde se establece el vínculo madre-hijo dentro de la interpretación de la forma del sueño para el adulto. Un hito.

Evidentemente, la falta de sentido mantuvo en vilo a los pocos enterados de la existencia del libro. Acicateó las labores y esfuerzos de una centena de mentes y encendió en sus corazones una incontrolable ansia de conocimiento. Fue en vano.

Pero yo he tenido en mis manos la llave que abre ese cofre y la he usado sin dilación. Aun en contra de Largenn, quien –maldito sea- ha hecho cuanto ha estado en su mano por impedir que culmine mi obra. Ha fallado miserablemente.

La más reciente carta de mi fiel amigo (lo siento, no puedo revelar su nombre) me puso en la vía correcta. El secreto de la palabra no está en su contenido hermético, como sospechó en algún momento Le Beau, ni en la numerología contenida, tesis sostenida por un grupo de cinco seudo estudiantes trasnochados e irreverentes que se hacían llamar a sí mismos los “neopitagóricos”. ¡Habrase oído semejante estupidez! Hay que ir más atrás. Hasta lo más lejano del lenguaje, hasta casi su origen mismo.

He descubierto, he develado el asunto.

Perpilpek son tres palabras en una.

'Per' que es antiquísimo prefijo indoeuropeo para ‘hacia adelante, a través de’ y de donde derivan palabras tan aparentemente disímbolas como albaricoque, barlovento o desperdicio. Es cierto.

'pil' que es la parte más nueva de la palabra, es en realidad la contracción de ‘pilum’ el filamento cilíndrico que sale de la piel de los mamíferos. El pelo.

Y, esta es la clave, la parte final 'pek' que se esconde en la raíz de ‘peine’ es decir del latín ‘pectinem’, acusativo de ‘pectem’ que a su vez proviene de una palabra mucho más vieja, más rural, más de la vida bucólica y sencilla. Viene del indoeuropeo ‘pek’ que no significa otra cosa más que ‘esquilar, arrancar la lana’.

El maldito libro es una broma que se ha extendido por siglos. El eje interpretativo, la llave que rompe el hermético candado del enigmático “De velum incognitus” es, literalmente: síguele, que esto es una tomada de pelo. Qué minúscula su progenitora.

domingo, 19 de septiembre de 2010

Septiembre 2010

Más de lo que ya era demasiado, menos de lo que era necesario. Por lo visto no estamos a la altura. En cuestión de responsabilidad histórica nos hemos vuelto indiferentes, cuando no cínicos. En cuanto al conocimiento de cuanto ha de saberse, ignorantes.

Una y otra vez pasa la rueda acerada machacando incansable los rieles que tunden a los durmientes tendidos.

Si algo esperábamos de nuestra capacidad, tal vez nos quedamos cortos. No somos malos. De hecho, aun y cuando el corifeo noticioso se empeña en hacernos ver que la maldad campea, lo cierto es que seguimos siendo mayoría los buenos, aunque esto pareciera dolerle a algunos.

En el gigantesco reloj, el minutero se despereza al paso del segundero alocado y así reúne fuerza para llevar cada hora hasta el final del día.

Una lástima, somos muchas veces lentos, otras francamente perezosos ante lo que debería cambiar frente a nuestro ojos y no por sí mismo, sino como resultado de nuestras acciones. Hay un camino largo, lo que no está claro es hacia donde queremos que nos lleve.

Una neblina ligera que al frente cubre la nave, sin gobierno que guíe, las velas que empujan la nave sólo han de servir al desastre.

Es 2010.

viernes, 16 de julio de 2010

Noche triste

No conocí al pequeño Jonathan, pero sentí su partida.

El pasado 23 de mayo de este 2010 fue atropellado mientras andaba en su bicicleta. Fue un camión. El conductor, dicen, iba borracho y quizás drogado. No se detuvo. Intentó huir. Cobarde.

Ayer por la noche, el grupo de los Bicitekas colocó una bicicleta blanca en memoria del pequeño, en el sitio en que ocurrió la tragedia. Desde hace algunas semanas "ruedo" con ellos y asistí al evento. Fue un momento triste. A pesar del minuto de aplausos tributados y el repiquetear de las campanillas y timbres... no hay cómo permanecer ajeno al dolor de la familia, ni cómo no conmoverse ante la idea de una vida cegada tan pronto, tan sin sentido.

Anteriormente, hace muy poco se había puesto un triciclo en otra parte de la ciudad en memoria de un hecho de indignante semejanza, acontecido a un pequeño llamado Christian, quien también perdió la vida.

Ambos casos exigen justicia, no venganza, sólo justicia

No podemos permitirnos continuar viviendo así, dejando en manos irresponsables la conducción de vehículos, especialmente los de gran tamaño o los destinados para el transporte público. Tampoco podemos seguir planeando las ciudades para los automóviles en lugar de hacerlo para las personas. Es reprobale, es inequitativo, cruel.

viernes, 14 de mayo de 2010

Mayo

Tras la noche, el día.
Luego de la tempestad viene la calma,
En fin, los lugares comunes para hacernos creer y a veces hasta creernos a nosotros mismos que pronto ha de pasar aquello que nos acongoja, que nos preocupa, que nos complica la existencia.

En mi caso, no es que ya se haya levantado portentoso y fulgurante el astro rey a iluminar mi día y entibiar mi cuerpo con sus amigables rayos.

Nel, todavía no es así.

Pero estoy mejor, mucho mejor. Con más fuerza de la que esperaba, con más entereza de la que suponía. Tomando vuelo para nuevas alturas, con vista más clara. Valga lo dicho para el sentido y sus alcances.

No leo el futuro, pero voy a consolidar uno.

Por acá y allá nos vemos.

viernes, 1 de enero de 2010

Una de vaqueros

Inicio el 2010 recordando una narración que me hiciera mi hijo cuando él tenía tres años de edad.

La escena: Enriquito juega con un millardo de muñequitos en el piso de su cuarto, vestido con botas vaqueras, pantalón corto, camiseta, chaleco y sombrero de Woody (remember Toy story), mientras un servidor, panza pa arriba, también en el suelo, intenta leer.

- ¿Papá?
- ¿Mmmm?
- ¿Te cuento un cuento?
- Sale

Pus fíjate que eran unos vaqueros que estaban en el campo, y llegaron unos malos. Y los vaqueros les dispararon y les decían ¡Váyanse malos!

- Y ¿qué crees?
-¿Qué?


Que después llegaron unos lobos y se comieron a los malos y los vaqueros les dispararon a los lobos y los llevaron al río. Y luego llegó una ballena con cocodrilos y los cocodrilos se comieron a los lobos y luego la ballena se comió a los cocodrilos y ya cuando estaba en el mar la ballena, los malos se salieron y regresaron al campo

-Y ¿qué crees?
- ¿Qué hijo?


Que les dijeron a los buenos que ya no eran malos y que ahora eran güenos:
- ¡Hola vaqueros!, ya no somos malos, ahora somos güenos… juegamos?
- ¿Ya van a ser vaqueros?
- ¿Sí!
- ¿Y van a ser güenos?
- ¡Sí!
- Entonces… ¡sale, si juegamos!

Y se pusieron a juegar en el campo y entonces, ¿qué crees Papá?

- ¿Qué pasó m’hijo?
- Que llegaron otros malos y…oye Papá, (mientras me quita el libro de enfrente) ¿mejor quieres juegar a los vaqueros?
- Sale… vamos a juegar!


Parece que fue ayer.
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domingo, 27 de diciembre de 2009

2009, adiós.

Se va a la una, se va a las dos, se va este 2009 y muchos diremos que ¿cómo que se nos fue, si me debía? Pues como pocos, este año quedó a deber para muchos.

Una severa crisis, malos resultados en lo económico, una lucha difícil y cruel para contener al crimen, productividad en picada, niveles de corrupción que espantan, apenas calificamos al mundial de fut, la influenza no se marcha, los capitales no se quedan, los partidos están bien partidos, cámara con lo que pasa en las cámaras, y del empleo mejor ni hablamos.

El México el hilo está delgado y no faltan manos irreflexivas e incompetentes que insisten en tensar el asunto.

Llegará el 2010 entre brumas, cargado de dudas. Ojala que sea de recuperación, de estabilidad, de paz. Será el año del bicentenario del inicio de la llamada lucha por la Independencia, del centenario de la llamada Revolución. Ya habrá tiempo y espacio para tratar ambos temas.

Por lo pronto, a cerrar un año que muchos desean poner en el olvido. No soy de esa opinión, este puede ser un periodo que deje algunas lecciones duras, hasta crudas, pero netas, verdaderas. Como ríspidos cortes de acantilado, marcados por el sol a plomo; duros, filosos, sin delicadeza ni ambagues.

De cada uno depende plantarse y aceptarlas entera y humildemente

Por mi parte, sólo me queda intentar aprender de lo acontecido, en la medida que me permitan mis limitadas capacidades.

En lo que sí no tengo por qué medirme es en desearte a tí, que lees ahora mismo estas líneas, que te vaya excelentemente bien, que todos tus proyectos se realicen, que te la pases de poca, que la crisis te haga los mandados y que todos y cada uno de quienes quieres estén rozagantes, contentos y sanos durante todo el año.

Un abrazote, mil gracias por la compañía!
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