Ayer por la noche, me costó un trabajo enorme conciliar el sueño. Vuelta para acá, ahora para allá, una partida de solitario, lectura, hasta sentir como el párpado se espesa y pesa.
Apago la luz. Giro y me duermo... quince minutos.
Es claro que la presión para nivelar la nave se va sintiendo, me digo a mí mismo que en todo caso, tampoco se trata de hacerle al héroe. Mañana reorganizo mis papeles y vuelvo a dirigir las baterias a lo que había venido haciendo.
Más tranquilo, intento dormir, comienzo a oir música con mis audífonos, me entran ganas de echarme una bailadita. ¿Y por qué no? Me levanto de la cama y a oscuras bailo un par de rolas del maese Marley. Recupero el buen humor.
Me acuesto nuevamente, cierro los ojos y pienso que, pase lo que pase, lo único que requiero es no perder el ánimo ni dudar de mi propia capacidad para hacer lo necesario y lo debido. No tengo por qué flaquear. Me duermo.
La primera llamada de la mañana: "Enrique nos podemos ver a las diez? Quiero cerrar el pedido"
Estoy a la hora convenida y salgo a las 12 con un cheque en la mano -el primero en un buen rato- y una sonrisa en la cara. No es mucho, pero es mío.
Puede ser un inicio o un epílogo, no lo sé, ya se verá.
Ah! pero eso sí, nada le quita su sencilla alegría a este pequeño episodio.
***
2 comentarios:
Es sano que te ocupes mi estimado K., pero lo es más el que conserves esa alegría, esos pequeños momentos de gozo con el maese Marley.
Sin duda se trata de un inicio, un excelente inicio.
Un abrazo insomne para ti, de un náufrago a otro. Al parecer ya se vislumbra tierra, es cierto, a lo lejos, pero tierra al fin.
Aullidos y abrazos para ti.
Mi estimado Enrique me urge hablar contigo... me pasas tu tel o cel para llamarte? por supuesto tu correo tambien el mio es grcolson@gmail.com
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