jueves, 3 de enero de 2008

Comienza el 2008.

Como cada doce meses, el inicio del año es pretexto popular y a modo para prometer ejercitarse, dejar de fumar, comer sanamente, perder unos kilitos, leer ese libro siempre pospuesto, iniciar aquel curso, terminar la tesis, inscribirse a tal escuela, aprender a bailar, o a cocinar, a tocar la guitarra, la trompeta, el violín o las maracas.

Para intentar ser mejores padres, o madres, hermanos, amigos o hijos (aunque sea de la tiznada). Para proponerse trabajar con mayor ahínco, llegar a tiempo, decir la verdad, cuidar la salud, seguir las indicaciones del médico, no gritar en la calle, no mentarle la madre al pentonto que se nos atraviesa en el coche, dejar buenas propinas, ser paciente con la pinche gorda que estorba en la puerta del metro, caminar dos cuadras en lugar de ir en automóvil, comprender al ojete del chofer que no detiene la pecera para que las señoras y los niños bajen con seguridad, decir “buenos días” y “gracias”, no pensar en que fulmine un rayo al policía que extorsiona mientras se hace el disimulado con los que violan la ley en sus narices; para ceder el paso y el asiento; para procurar entender a jueces que dicen estupideces para justificar su falta de integridad cuando defienden lo indefendible; también, para no sacarse los mocos, para seguir creyendo en los santos varones: en los que juran y perjuran de complots y en los que amagan con agitar las conciencias para defender su falta de prudencia; para hacer la cena y lavar los platos...

Resumiendo pues, para hacer pequeñas mejoras e intentar no perder la paciencia por cualquier nimia tarugada, para alcanzar el nirvana citadino y realizar con humildad franciscana y disciplina espartana todas esas cosas que lo que hacemos todos los días provoca que no hagamos.

Y, yo no sé, pero cuando veo esos listados, me parece que para muchos la fórmula para mejorar sustancialmente sus vidas se reduce a dejar de vivir como no quieren y en cesar de querer lo que no viven.
Diría mi padre: ‘tá fácil...

2 comentarios:

Juan de Lobos dijo...

MI estimado K. Se me llenan los ojos con todas tus verdades, aunque creo haber encontrado la solución par cumplir con todos los deseos (al menos lo más comunes) y te lo explico así:
No dejar de fumar
No dejar de comer gorditas en la calle
No dejar de mirar a las petaconas hostess del Afán...Etc.
...Y ahora que recuerdo, por ahí tenemos un pendiente.
Saludos y felíz final del Marathón.

Mafalda dijo...

.....

Me gustaría que todo se viviera de corridito y sin líneas que moderen principios y finales, me cuesta siempre inciar un año, y más me cuesta terminarlo con visperas interrogantes.
Pero bueno de alguna manera se tienen que contar los días.
No desear cosas y personas es tan complicado, el deseo de algo es motivante, así es que ..."YO DESEO" ..... ni modo pues...

¡¡¡¡Buen año para vos!!!!


Mafalda